Queridos amigos: como se han dado cuenta, desde el día jueves Líbano está atravesando por un momento único en sus miles de años de historia. Para quienes no conocen los pormenores, trataré de explicar un poco lo que está aconteciendo.
La ya bastante difícil situación económica y social ha ido empeorando de forma progresiva. Los bajos sueldos, malos servicios (electricidad y agua), problemas con el manejo de la basura, (que los ha rebasado a todos), el problema de los refugiados, encarecimiento de vivienda, medicina y estudios, impuestos a todo insumo, en fin, lo mínimo que se necesita para vivir cada vez se hace más difícil obtenerlo.
Paralelamente Líbano sufre, a grandes rasgos, dos divisiones terribles: la política y la religiosa. Dentro de cada uno de estos grupos hay aún más divisiones, y, muchas veces hasta para encontrar un trabajo o puesto en la universidad, hay que contar con “conocidos poderosos”, cercanos a los jefes feudales.
Estos últimos, quienes fueron los señores de la guerra, hoy son dirigentes políticos que representan a su feudos, pero se han enriquecido de manera exorbitante; y sus representados, cada vez son más pobres.
Las últimas semanas han estado llenas de tensiones para la sociedad. La mala administración y corrupción por parte del gobierno ha hecho que el dólar desaparezca de la circulación. Por ello comenzaron a presentarse problemas para pagos a grandes proveedores. Y las consecuencias no se hicieron esperar, amenazando con escasez de gasolina y pan, con el caos que ello implica.
Para aumentar la tensión, hace unos días hubo un incendio que se propagó por todo el país, poniendo sobre el tapete la ineficiencia del gobierno, ya que el equipo que se necesita para extinguirlos está inservible por falta de mantenimiento. Ello dejó a la población muy mal moralmente.
La chispa que detonó esta explosión fue la posibilidad que dio el Ministro de Comunicaciones, Mohamad Choukair de implementar un impuesto al WhatsApp de 6 dólares al mes; esto pudiera no sonar tan grave, pero ya las comunicaciones en Líbano son de las más costosas del mundo. Este nuevo impuesto agotó la paciencia de todos los libaneses, y, sin ponerse de acuerdo, con una espontaneidad general JAMÁS VISTA, salieron todos a la calle, en todos los puntos del país, a reclamar sus derechos.
Pero esto que es normal en cualquier país, ¿qué hace que en Líbano haya sido tan especial? Los libaneses han permanecido divididos para conveniencia de los jefes religiosos y políticos. En esta revolución se han enfrentado a su “representante político” y al gobierno de la República. Ha sido una protesta a dos frentes. Ninguno les ha garantizado calidad de vida. Y cada uno ha salido a la calle, repito, espontáneamente, a manifestar su hartazgo de vivir en una sociedad dividida, dependiendo de que su caudillo les resuelva la vida sin resolverle nada, mientras siembra en él el miedo hacia su hermano de otra fracción política o religiosa. Ya al libanés no le convence la excusa de que “el otro robó y el otro es el malo o es menos”. Saben que todos robaron y no asumen responsabilidades. Lo que quieren es vivir en una sociedad dirigida por profesionales, no por gente que llega por ser de tal o cual grupo.
Hoy más de dos millones de personas salieron a la calle a pedir cosas concretas: caída del gobierno, caída del sistema confesional, devolución de todo lo que se han robado, borrar los nombres feudales (de TODOS, O SEA TODOS) en las cuotas de poder y nueva ley electoral. Piden que transitoriamente tome el poder el Ejército (único ente que cuenta con la aceptación, confianza y amor infinito por parte de la población) mientras se conforma un nuevo gobierno.
El Primer Ministro Saad Hariri pidió 72 horas para plantear soluciones. Este plazo termina el día de mañana a las 7 p.m. hora local. El Canciller Besil (personaje más atacado en estos tiempos, yerno del Presidente y responsable directo de la electricidad del país) ha prometido muchas soluciones, pero ha restado importancia a la protesta, al igual que Hassan Nasrallah. El Presidente Aoun COMPLETAMENTE AUSENTE, no se ha dirigido al país a través de ningún medio. El Dr. Samir Geagea, Presidente del partido Fuerzas Libanesas, ha renunciado al gobierno, retirando sus ministros y diputados. Se espera que otras facciones políticas hagan igual. No sabemos qué va a pasar, pero la sociedad libanesa no está dispuesta a dejar la calle, a la cual ha salido a ritmo de dabke, con el más hermoso ánimo, con una actitud ciudadana excelente, con un compañerismo y hermandad que alimentan el alma. En cada encuentro hay sonrisas y esperanzas.
Han sido tres dias de protestas, en lo que se ha visto la más hermosa, alegre y unida sociedad libanesa de todos los tiempos. Valientemente ha sabido decir a sus mandatarios: ya no les creemos, hoy somos una sola sociedad que no responde a sus divisiones. Un Líbano que todos queríamos, y que creíamos que el otro no quería. Hoy sabemos que es el sueño de todos. No será fácil que los políticos cedan. Pero la sociedad no está dispuesta a dejar la calle. Quieren un nuevo Líbano. El verdadero. Ya basta.
Autor: Lic Neyiv José Irabien Medina