No puedo digerir el trago amargo que sufrimos mi esposa, mi hija, una sobrina y su hijo. El miércoles 10 cuando empezaba la noche, mis sobrinos pasaron a casa a dejarnos una bolsa con pan. Tras bajar de su camioneta y al momento de abrirles, dos malandros como de más de 20 y de 30 años, que caminaban abajo de la banqueta apresuraron el paso, sacaron pistolas y nos encañonaron exigiendo que les diéramos los celulares. Sin dejar de apuntarnos nos empujaron hacia el interior de la casa y nos llevaron a la sala; exigían que les dijéramos dónde estaban las joyas, el dinero y todo lo de valor; a mi sobrino que es deportista le quitaron su reloj que usa en sus entrenamientos.
En ese momento temía lo peor, porque mi esposa convalece de un infarto que sufrió meses atrás. Por eso cuando el delincuente de más edad peguntó por alguien más en casa, les dijimos que mi esposa enferma descansaba en la recámara, lo del infarto y del cuidado que necesita. Mi hija le suplicó al infeliz que la dejara subir a verla y no accedió. Entonces el malandro más joven pistola en mano subió, volteó cajones de un armario y tuvo la osadía de bajar a mi esposa, que aún no puede descender escaleras.
Les volví a suplicar a los delincuentes que se retiraran y nos dejaran en paz, pero el de más edad me gritó ¡Cállate¡ y me apuntó moviendo la pistola con ademán amenazante. Ahí sentí que el piso se hundía, además de impotencia y frustración. Mi sobrina le extendió con su diestra las llaves de su camioneta y le dijo ¡llévatela¡ pero no nos hagas daño. No las tomó. Mi esposa me abrazó y en llanto les gritó ¡no tenemos dinero váyanse por favor¡ No alcancé a escuchar que se dijeron entre ellos, pero se fueron retirando sin dejar de encañonarnos y amenazarnos de que no hiciéramos ningún movimiento.
En el año 2011 otros ladrones saquearon nuestra vivienda, fue un duro golpe del que ya no podremos reponernos. Ahora se llevaron celulares y Tablets que son herramientas de trabajo, aunque lo material no importa.
Queremos mucho a nuestra colonia, y digo nuestra, porque nos hemos esforzado junto con decenas de familias para tener moradas dignas, pero ya no podemos, la inseguridad alteró nuestras vidas porque quedó prohibido caminar plácidamente en las banquetas, además de que nos robaron el sueño y la tranquilidad.
Me cuesta trabajo dispensar a los delincuentes, porque no cesan de atracar con violencia a las familias, y aun cuando la conseja es no ver a los delincuentes cuando amenazan de muerte con una arma, pude ver enojo y resentimiento en sus miradas. Si ese es el rostro de la hambruna que tanto se presagia como legado del Covid 19, quizá hubiera bastado con entregarles la bolsa de pan para sus familias.
M E M O R A N D U M
BOICOT
Con poca información que suelta el SAT, de que grandes empresas pagan impuestos que antaño no lo hacían -o al menos, no en los miles de millones que debían pagar- fue suficiente para que vía redes sociales y a manera de escarmiento, algunos consumidores se organicen para no comprar sus productos. Incluso piden a más compradores se sumen al boicot,
En efecto cientos de empresas deben miles de millones de pesos en impuestos, sus productos son bastante conocidos y el lector los compra cada día como consumidor. Las marcas son aún más conocidas y no necesitan ser publicitadas, pero un boicot podría revertirse al consumidor, y más en tiempos de Covid 19, donde no se descarta escasez y encarecimiento de productos.
Lo aconsejable es seguir en el aprendizaje de administrar las compras.
FISCAL
Con la demanda de los nueve gobernadores panistas al Gobierno Federal, de redactar un nuevo Pacto Fiscal porque el vigente resulta obsoleto, ya tienen la sonaja que harán sonar en el año 2021 que será de elecciones intermedias.
Y aunque el Presidente AMLO les notifique que con base a la ley, su gobierno entrega participaciones fiscales a cada entidad, los panistas saben que un nuevo Pacto Fiscal los libraría de penurias financieras, aunque, eso era antes.
joma61@hotmail.com