lunes 17 febrero 2025
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En otro país… (Columna del Dr. Silvino Vergara Nava)

“Hay partidos que terminan en batallas

campales, hay fanáticos que encuentran en

el fútbol un buen pretexto para el ejercicio

 del crimen y en las gradas desahogan los

rencores acumulados desde la

infancia o desde la última semana”.

Eduardo Galeano

 

Ese malinchismo en el que tanto insistía Octavio Paz, que se vivía en el México de la década de los cincuenta del siglo XX, donde lo de afuera era lo mejor y lo de adentro era lo peor, sigue flagelando en la mente de nosotros los mexicanos. Siempre que se presentan sucesos lamentables, se concluye que en otro país no hubiera sucedido, o que en ese otro país se hubieran tomado medidas más drásticas que las que se imponen en México, ante la existencia de actos criminales, de corrupción, de violencia, y, por ello, por la ausencia de esas medidas, es que se siguen cometiendo rutinariamente esas acciones desalmadas, hasta llegar a un momento en que se ven tan normales que pasan desapercibidas o forman parte de lo rutinario.

En esta ocasión la violencia no correspondió a las calles o a los parques, donde se encuentran cuerpos tirados, ni a los colgados en los puentes de las ciudades, ahora fue el caso de la violencia del país reflejada en un estadio de fútbol, en el Estado pujante de Querétaro, muertos en un estadio mundialista, lo que muestra el reflejo del ambiente del país, una nación que pareciera que no tiene autoridad, o que el Estado se ha convertido en disfuncional, que hay instituciones que sí funcionan, pero otras, y en su gran mayoría, no sucede así, particularmente con las autoridades del orden, pues normalmente la policía llega tarde a todo, es muy similar lo que sucede con la autoridad y con la policía, con la justicia que se aplicaba en el programa de televisión de los setenta y ochenta del siglo XX en México, “El chavo del ocho”, en donde el personaje de Doña Florinda era quien imponía el orden en la vecindad, sin enterarse, sin conocer lo que sucede, aplicaba su “justicia” sin razón alguna y con la mayor represión. Esto es lo que sigue sucediendo en el país, particularmente con los cuerpos policiales, generalmente no están en el momento y lugar adecuado, llegan tarde y, en muchas de las ocasiones, de forma torpe. Pero no se le ocurra no ponerse el cinturón de seguridad u olvidar renovar la licencia, porque se puede convertir no en un simple infractor, sino en un delincuente de un delito sumamente grave, rodeado de más de tres patrullas y una docena de policías por el riesgo que corre la población ante semejante sujeto incumplidor de la ley.

Lo que está sucediendo en el país, ahora en el fútbol, es la violencia a su más alto grado. Es el reflejo de la frustración e impotencia que se respira en el ambiente nacional, el horizonte que se visualiza es la falta de esperanza para nosotros, los ciudadanos de a pie. Por doquier está la corrupción, la trampa, el negocio, la incapacidad para hacer las cosas, o bien, desafortunadamente, como se ha indicado en otras ocasiones, el sistema jurídico en México se convertido en un sistema que: “es más fácil hacer lo ilícito que lo licito”, y esto se ve por doquier, en cada trámite gubernamental, en cada paso que se pretende emprender de la mejor voluntad posible por la población.

Por ello es que decía Juan Jacobo Rousseau que: “el hombre nace libre, pero la sociedad lo corrompe”, siguiendo ese discurso, Carlos Marx, en el siglo XIX, estaba convencido que los seres humanos no nacen delincuentes, ni los hace la sociedad, sino que los delincuentes los hace el Estado. Deberíamos, con todas estas lastimosas experiencias que estamos viviendo, de tantas muertes, corrupción, desentendimiento de las autoridades competentes, impotencia de los ciudadanos sobre estos sucesos de irnos convenciendo que el Estado de derecho, que las instituciones actuales, que la división de poderes, el principio de legalidad, el respeto a los derechos humanos, la seguridad jurídica, etc., son instituciones que están viéndose sumamente agotadas, y que por ello requerimos de otras soluciones, de otras alternativas, que desde luego no saldrán de los propios órganos oficiales, del Estado, de sus instituciones, porque esas son las que se han visto rebasadas, las soluciones tendrán que salir de la ciudadanía de a pie, que somos los que estamos viviendo estas penurias y que debemos de considerar que la solución debe ser urgente, porque seguimos corriendo el riesgo de estarnos acostumbrando a caminar entre los muertos. (Web: parmenasradio.org)