Por: Sofía Paz
(Diario ABC Puebla)
La desgracia olió a Guerreros Unidos, José Luis Abarca, Ángel Aguirre, a la policía municipal y estatal de Guerrero y el Ejército Mexicano.
Fue en la noche del 26 de septiembre de 2014 cuando la barbarie se presentó, desapareciendo 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Se tejieron todo tipo de hipótesis basados en investigaciones, terminando por atraer el caso el Gobierno de la República encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto, echando mano del Procurador Jesús Murillo Karam, quien daría a conocer, posteriormente, la “Verdad Histórica” que hoy lo mantiene en prisión, destapando la corrupción e impunidad del caso, mientras los familiares de los desaparecidos siguen reclamando impotentes.
Hoy, habrá una marcha en pleno centro histórico de la Ciudad de México exigiendo justicia y gritarle al gobierno que no ha cumplido. Se debe recordar que Andrés Manuel López Obrador usó el tema de los 43 como campaña para ganar votos electorales, prometiendo aclarar el asunto y encarcelar a los responsables, lo que no ha sucedido; por el contrario, se ha girado la indicación de suspender órdenes de aprehensión contra elementos del Ejército que supuestamente estuvieron involucrados en diversos delitos que terminaron con la vida de los 43.
Antes, “Todos éramos 43”; actualmente, ya no, es lo que parece.
El testimonio de sobrevivientes se ha soslayado.
Las amenazas cunden para ocultar la verdad.
Han pasado 8 años del suceso que escandalizó y sigue escandalizando.
La “verdad” contada por la 4T es similar a la de Murillo Karam, quien huele a barbacoa de chivo expiatorio.
A pesar de los pesares, no hay culpables y el caso oscuro está muy lejos de aclararse.








